La ronda de los gatos malditos

¿Se animan a otro viaje en el pensieve? Ya no es tipo “en jeep” como antes.
¡Agárrense entonces!

Eran los tiempos en que las señoras de las casas acostumbraban jalar a sus hijos y sobrinos a rezar el Rosario en mancha en la capilla familiar. Mi tía abuela mayor E (prima de mi abuelita) era niñita y al ser aun hija única bastante engreída. La costumbre en casa de la bisabuela era de contar cuentos a los niños y luego del Rosario se relataba el final. En una de esas por motivos que no vienen al caso, se retrasó tanto lo del inicio del relato del cuento que hubo que pasar de frente al Rosario. La tía E piteó amargada y exigía cuento y cuento. Su mamá le dijo que no y no, primero Rosario luego cuento. Ella se empecinó, dijo que si no había cuento no rezaba y dejó plantados a todos en la capilla de la casa para irse al salón de entrada a sentarse de brazos cruzados. Su mamá y mi abuelita que en ese entonces era menor que la tía la dejaron pues no había forma de bajarle la rabieta.
La capilla estaba al otro extremo de un pasadizo.
Estaban todos rezando cuando en eso alguien siente sonidos raros adelante de la casa, parece que las casas antiguas tenían mejor resonancia. La mamá de E decidió ir a ver pensando que quizás algo estaría haciendo su hija que por naturaleza era bien diablilla, la hermana de mi abuelita la siguió.
En efecto se oía un murmullo ... pero lo que ambas dicen haber oído mientras recorrían el pasadizo era una voz bien fea que susurraba ... “vamos a llevarnos a la E...” (¡el nombre de la niña!).

Al llegar al salón dicen haber visto un circulo de gatos malaspectosos rodeando al sillón en que estaba sentada mi tía abuela, la niña estaba blanca como papel y paralizada del terror, frente a ella estaba un enorme gato negro robusto y feo alrededor del cual estaban los otros gatos en ronda.
Su mamá pegó un grito que atrajo a toda la gente y demás esta decir que los gatos emprendieron la fuga antes que la bisabuela regresara con su botella de agua bendita.
Por eso mi abuelita, su hermana, su mamá y sobretodo su prima detestaban a los gatos.

Hora de regresar.

¡Balrogs! ¡Siempre se caen!

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