domingo, marzo 25, 2012

Día de Leer a Tolkien: La Búsqueda de Erebor

En el día de leer a Tolkien les dejo un fragmento de sus CUENTOS INCONCLUSOS - La Tercera Edad. A propósito del próximo estreno de El Hobbit. Se explican algunas cosas al final que responden algunas dudas de El Señor de los Anillos.


LA BÚSQUEDA DE EREBOR


La plena comprensión de esta historia requiere conocer lo que se cuenta en el Apéndice A (III, El Pueblo de Durin) de El Señor de los Anillos. Sigue a continuación un breve resumen:
Los Enanos Thrór y su hijo Thráin (junto con Thorin, hijo de Thráin, más tarde llamado Escudo de Roble) escaparon de la Montaña Solitaria (Erebor) por una puerta secreta cuando el dragón Smaug descendió en la cima. Thrór regresó a Moría después de dar a Thráin el último de los Siete Anillos de los Enanos, y fue muerto allí por el Orco Azog, que marcó su nombre en la frente de Thrór. Fue ésta la causa de la Guerra entre los Enanos y los Orcos, que terminó con la gran Batalla de Azanulbizar (Nanduhirion) ante la gran Puerta Oriental de Moria en el año 2799. Después Thráin y Thorin Escudo de Roble vivieron en las Ered Luin, pero en el año 2841 Thráin partió de allí para regresar a la Montaña Solitaria. Mientras erraba por las tierras al este del Anduin, fue capturado y hecho prisionero en Dol Guldur, donde le fue quitado el anillo. En 2850 Gandalf penetró en Dol Guldur y descubrió que el amo de aquel sitio era en verdad Sauron, y allí encontró a Thráin antes de que éste muriera.
(...)
—Estaba muy inquieto por ese entonces —dijo—, porque Saruman estorbaba todos mis planes. Sabía que Sauron se había alzado de nuevo y que pronto haría una declaración, y sabía también que se preparaba para librar una gran guerra. ¿Cómo empezaría? ¿Intentaría primero ocupar de nuevo Mordor o atacaría antes las principales fortalezas de sus enemigos? Pensaba entonces, y hoy me parece fuera de toda duda, que su plan original era atacar Lórien y Rivendel no bien contara con fuerzas suficientes. Sería para él un plan mucho mejor, y mucho peor para nosotros.
»Quizá penséis que Rivendel estaba fuera de su alcance, pero yo no lo creo así. La situación en el Norte era muy mala. El Reino bajo la Montaña y los fuertes Hombres del Valle ya no existían. Para resistir cualesquiera fuerzas que Sauron pudiera enviar para recuperar los pasos septentrionales de las montañas y las viejas tierras de Angmar, sólo estaban los Enanos de las Montañas de Hierro, y detrás de ellos no había más que desolación y un Dragón. Sauron podía recurrir al Dragón con terribles consecuencias. Muchas veces me decía a mí mismo: "He de encontrar algún medio para vérmelas con Smaug. Pero todavía es más necesario asestar un golpe certero sobre Dol Guldur. Tenemos que desbaratar los planes de Sauron. He de conseguir que el Concilio lo tome en consideración".
»Ésos eran mis sombríos pensamientos mientras avanzaba a trote corto por el camino. Estaba cansado y me dirigía a la Comarca para tomarme un breve descanso después de haber estado alejado de allí más de veinte años. Pensaba que si apartaba de mi mente las preocupaciones por un tiempo, quizá encontraría una manera de darles solución. Y así fue, en verdad, aunque no pude olvidarlas.
»Porque mientras me acercaba a Bree, fui alcanzado por Thorin Escudo de Roble, que vivía por entonces en el exilio más allá de las fronteras noroccidentales de la Comarca. Para mi sorpresa, me dirigió la palabra; y fue en ese preciso momento cuando el curso de los acontecimientos empezó a cambiar.
»Él estaba preocupado también, tanto que se decidió a pedirme consejo. De modo que lo acompañé a sus estancias en las Montañas Azules, y escuché allí la larga historia que tenía que contarme. Advertí en seguida que el corazón le ardía de tanto pensar en sus males y en la pérdida del tesoro de sus antepasados, y que también le pesaba el deber heredado de vengarse de Smaug. Los Enanos toman muy en serio este tipo de deberes.
»Le prometí ayudarlo si podía. Estaba yo tan ansioso como él por ver sucumbir a Smaug, pero Thorin no pensaba en otra cosa que en planes de batalla y guerra, como si fuera realmente el Rey Thorin II, y yo no veía ninguna esperanza en todo ello. De modo que lo dejé y fui a la Comarca, y cogí el hilo de las noticias. Era un asunto extraño. No hice más que dejarme llevar por la "casualidad" y cometí muchos errores en el camino.
(...)
»Pero ya sabéis cómo fueron las cosas, al menos cómo Bilbo las vio. La historia sonaría algo diferente si yo la hubiera escrito. Para empezar, no advirtió cuan fatuo lo consideraban los Enanos, ni tampoco hasta qué punto se habían enfadado conmigo. No se dio cuenta de que Thorin estaba muy indignado y hablaba en un tono mucho más despectivo. Se mostró en verdad despectivo desde un principio, y pensó quizá que yo lo había planeado todo sencillamente para mofarme de él. Sólo el mapa y la llave salvaron la situación.
»Pero no había pensado en ellos durante años. Sólo cuando llegué a la Comarca y tuve tiempo de reflexionar sobre la historia de Thorin recordé de pronto la extraña casualidad que me los puso en las manos; incluso empezaba entonces a no parecer tan casual. Recordé un peligroso viaje emprendido por mí noventa y un años antes, cuando entré en Dol Guldur disfrazado y encontré allí a un desdichado Enano que agonizaba en las mazmorras. No tenía idea de quién era. Me mostró un mapa que había pertenecido al pueblo de Durin en Moria, y una llave que parecía tener alguna relación con el mapa, aunque el Enano estaba demasiado grave para explicarlo. Y dijo que había poseído un gran Anillo.
»Casi todos sus devaneos se centraban en eso. El último de los Siete, repetía una y otra vez. Pero estas cosas podrían haber llegado a sus manos de muchas maneras. Podría haber sido un mensajero capturado mientras huía, o aun un ladrón atrapado por otro ladrón mayor. Pero me dio el mapa y la llave. —Para mi hijo —dijo; y luego murió, y poco después, yo mismo escapé. Guardé las cosas, y por algo que el corazón me advertía, las llevé siempre conmigo, en lugar seguro, aunque pronto dejé de pensar en ellas. Tenía otro asunto en Dol Guldur más importante y peligroso que todo el tesoro de Erebor.
»Ahora lo recordaba todo otra vez, y era evidente que yo había escuchado las últimas palabras de Thráin II, aunque entonces no dijo su nombre ni el de su hijo; y Thorin, por supuesto, no sabía qué había sido de su padre, ni mencionó nunca "el último de los Siete anillos". Yo tenía el plano y la llave de la entrada secreta a Erebor por la que habían huido Thrór y Thráin, de acuerdo con la historia de Thorin. Y los había guardado, aunque sin abrigar ningún designio al respecto, hasta el momento en que resultaron de suma utilidad.
(...)
»Pero esto no me bastaba. En mi corazón sabía que Bilbo por fuerza tenía que acompañarlo; de lo contrario toda la búsqueda fracasaría, o, como diría ahora, los acontecimientos más importantes no llegarían a ocurrir. De modo que tenía que persuadir todavía a Thorin de que lo llevara con él. Hubo luego muchas dificultades en el camino, pero para mí ésa fue la parte más difícil de todo el asunto. Aunque discutí con él hasta muy entrada la noche después de que Bilbo se retirara, sólo a la mañana siguiente quedó zanjada la cuestión.
(...)
»Así se inició la Búsqueda de Erebor. No creo que cuando empezó tuviera Thorin verdaderas esperanzas de destruir a Smaug. No había la menor esperanza. Sin embargo, sucedió. Pero, ¡ay!, Thorin no vivió para gozar de su triunfo y de su tesoro. El orgullo y la codicia pudieron más que él, a pesar de mi advertencia.
—Pero sin duda habría caído en la batalla de cualquier manera —dije yo—. Los Orcos lo habrían atacado, por generoso que hubiera sido Thorin con el tesoro.
—Eso es cierto —dijo Gandalf—. ¡Pobre Thorin! Fue un gran Enano de una gran casa aun a pesar de sus defectos; y aunque cayó al final del viaje, ayudó mucho a él que el Reino bajo la Montaña quedara restaurado como yo deseaba. Pero Dáin Pie de Hierro fue un digno sucesor. Y ahora nos enteramos de que murió luchando también ante Erebor, mientras nosotros luchábamos aquí. Diría que es ésa una pérdida lamentable, pero sobre todo estoy asombrado de que a su avanzada edad pudiera todavía esgrimir el hacha como dicen que lo hacía, de pie junto al cuerpo del Rey Brand ante las Puertas de Erebor, hasta la caída de la noche.
»En verdad, todo podría haber sucedido de modo muy distinto. El ataque más importante se centró en el sur, es cierto; y, sin embargo, con su larga mano derecha Sauron podría haber hecho estragos en el norte mientras nosotros defendíamos Gondor, si el Rey Brand y el Rey Dáin no le hubieran interceptado el paso. Cuando penséis en la gran Batalla de Pelennor, no olvidéis la Batalla del Valle. Pensad en lo que podría haber sucedido. ¡Fuego de Dragones y espadas salvajes en Eriador! Podría no haber Reina en Gondor. Podríamos ahora no tener otra esperanza que volver de la victoria a la ruina y la ceniza. Pero eso se ha evitado: porque me encontré con Thorin Escudo de Roble una noche a comienzos de la primavera no lejos de Bree. Un encuentro casual, como decimos en la Tierra Media.

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