En 1844, Carl Siemsen, de Reikiavik, persuadió al pescador Vilhjalmur Hakonársson para realizar una última expedición a la isla Eldey, pues había oído que en Dinamarca ofrecían 100 coronas por un solo pellejo de alca gigante que pudieran encontrar. Hakonársson desembarcó en la isla el 2 de junio junto con otros tres hombres, y dos días más tarde consiguieron divisar entre las gaviotas una sola pareja de alcas en su nido. Las mataron y con esa muerte nunca jamás se volvió a tener noticia de algún otro ejemplar vivo de la especie.
El gran alca, el pingüino original, era un ave magnífica, todo un torpedo en el agua cuyas grandes colonias proliferaron en los mares del norte. Más ágil que un pingüino actual eran unos prominentes buzos. Con el paso de los años la presión humana los desaparecería de América y de gran parte de Europa. Sobrevivirían en santuarios por Islandia, sin embargo.
Pero al final hasta allí se verían amenazados. Un terremoto hizo desaparecer la isla de Geirfuglasker, uno de las ubicaciones de las últimas colonias de la especie, bajo las aguas en 1830. Esta especie sería buscada primero por su carne y huevos por los marineros .... y después por sus plumas usadas en almohadas. Hay relatos macabros en que se cuentan como los desplumaban vivos y los dejaban medio pelados a merced del frío o los cocinaban vivos porque así se cocían en su propia grasa. Extrañamente también se volvería incluso un icono de la época victoriana.
Paradójicamente lo raro que se volvió la especie hizo que muchos pagaran ingentes cantidades de dinero por tener un animal disecado en sus colecciones ... Es así que actualmente se tienen 80 especímenes en museos del mundo y ninguno vivo.
este es uno de los más triste :S
ResponderBorrarEn realidad esta es una de las historias más tristes, gracias a nuestra especie.
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